Las cerezas han quedado
colgadas en los árboles,
al igual que nuestros sueños
de amor y primavera.
Pero más pronto que tarde
resurgirán la esperanza,
los viajes sin destino,
los besos y los abrazos
y los gritos de los niños
gozando de alegría.
La vida de antes
con más amenazas,
y demasiados sinsabores,
ahíta de pruebas y retos
y de nuevas ilusiones…
Próximas generaciones
sabrán de todo esto
y pensarán algún día
que fue el ensayo
de algo peor
y mas siniestro todavía…
De lo nuclear
nadie quedará exento.
Las cerezas igual
penderán de los arboles
sin que nadie las recoja…
Pero, quizás, al fín,
habremos aprendido,
más aún que hoy,
de verdad, amor y tolerancia
de convivencia y justicia,
de prudencia e igualdad,
de respeto y responsabilidad.
Habremos aprendido
que no se puede pagar,
de ninguna manera,
con la hermosa vida
el coste terrible
del falso progreso.
Habremos aprendido,
ojalá, que vivir con miedo
no es vivir
y que poner en riesgo la vida
es poder morir…
(A todos los confinados pacientes y dolientes, y a los médicos y enfermeras que nos salvan la vida)
21-04-2020