A mi, me emociona que las mujeres en general no se parezcan hoy en nada a esa tal Irene Montero, Ministra de Igualdad. Ella representa todo lo contrario a lo que han representado las mujeres valientes, emprendedoras y creativas en la historia. Encarna ser «esposa de», «nombrada por», sin preparación ni cultura, una mujer cuya única fuerza proviene ser esposa de su marido y amiga de los amigos de su marido. Es la de, ¿»saes, tía»? Todo eso que reúne ella resulta vulgar, anacrónico, impropio de gente correcta, inadecuado en los tiempos actuales de libertad y feminismo.
Yo felicito a las mujeres y quiero agradecerlas a todas que no se parezcan en nada a Irene Montero, la actual Ministra de no se sabe bien qué, por deseo y voluntad expresa de su marido, quien convenció, no se sabe cómo, al mentiroso e indocumentado Presidente del Gobierno actual, Pedro Sánchez, para que la nombrase ministra con sueldo y prebendas para toda la vida.
Puro e intolerable nepotismo. Esa tal Irene Montero usurpa indebidamente y por «enchufe» el lugar en el Gobierno al que podrían haber accedido tantas y tantas mujeres que hay en España con auténtica preparación, sentido del feminismo, mayor valía, currículo profesional y derecho para ocupar tal puesto de Ministra de Igualdad. ¿No le da vergüenza? Anda, que no hay en España y en los partidos políticos, en el PSOE y en Podemos, mujeres extraordinarias y con los valores adecuados para ocupar un puesto de Ministra. Por su forma de ser y de estar, por su escasa o nula preparación, por su ineptitud e ineficacia, desentona lamentablemente con el resto de Ministros y Ministras del Gobierno.
Me emociona, como digo al principio, que la mujer no tenga que arrimarse, con sus atributos físicos por delante, a un hombre para que este le saque las castañas del fuego en la vida, como ha hecho Irene Montero con su macho alfa, Pablo Iglesias, lo mismo que han hecho con él tantas otras…
Me encantan las mujeres que ascienden y brillan en la escala política, social y/o familiar por sus propios méritos, valores y medios, con preparación, con fuerzas para salir adelante por sí mismas. Me gustan las mujeres libres y sin atavismos al macho alfa, capaces de sacar adelante sus trabajos, sus quehaceres y sus hijos cuando son madres. Las mujeres en toda su dignidad.
Me atraen las mujeres con libre albedrió, criterio y opinión propias. Me gustan las mujeres que no se dejan avasallar por el hombre y las que no dependen con servilismo de él para alcanzar metas inmerecidas. Me entusiasman las mujeres que no se aprovechan del hombre y su estatus económico o de poder, las mujeres que no dependen de nadie, con personalidad, independientes, sabedoras de su gran fortaleza, todo lo contrario a la Ministra esa de pacotilla, pésimo ejemplo para las niñas, las mujeres y el feminismo en España y en el mundo.
Me sirven de ejemplo las mujeres comprometidas, prudentes, honradas, responsables, libres, sinceras, trabajadoras, emprendedoras, preparadas, valientes, independientes, con voluntad y conocedoras de sus propios valores y carencias. Esas son las mujeres bellas, hermosas y ejemplares para mí. Las mujeres que luchan por sí mismas, progresistas de verdad, que con esos poderes de virtud y seducción me han enamorado siempre.
Esas mujeres, tantas veces anónimas, podrán estar a veces lejos de mis ojos, pero nunca lejos de mis pensamientos. Las otras, las menos, las que transitan por la vida colgándose al cuello de un hombre con poder y/o dinero, las que se aprovechan de un hombre sin prejuicios ni moral y de su poder para alcanzar puestos y sueldos, como Irene Montero, no se valen ni alcanzan las metas por sus propios medios. No representan ni pueden representar nunca nada ejemplar y no debieran formar parte de ningún Gobierno al que han llegado, como Irene Montero — por voluntad de su indecente macho alfa que la «recomendó» de forma inopinada–, no por méritos propios.
No entiendo como aún existen mujeres que para llegar a algo en la vida se tienen que valer de sus atributos físicos con los que conquistan al hombre para que haga realidad sus sueños. Resulta un atentado contra el feminismo, la coherencia y la inteligencia. No lo entiendo y, sin embargo, existen algunas que aún lo hacen, como la Montero, y algunos de ellos, sin ética ni principios, prepotentes, machistas e idiotas, se prestan, mediocres, una y otra vez, a su indigno juego…

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