Desde el primer momento de la tragedia de la Dana, los medios de comunicación afines al Gobierno de Sánchez y sus lacayos mediáticos y en las redes sociales se esfuerzan en culpar al ineficaz Presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón (PP), de no haber solicitado al Gobierno de la nación las medidas y medios necesarios para paliar los tremendos daños causados. Algunos, incluso, culpan al Presidente del PP, Núñez Feijóo. Valiente estupidez.
Para justificar su inacción ante tamaña tragedia nacional que afecta a tres Comunidades, el Gobierno (responsable de la seguridad nacional) se escuda en la falsa idea de que el Presidente de Valencia, por cierto, bastante incompetente y desbordado por los acontecimientos, no le había solicitado oficialmente la ayuda necesaria desde el primer día.
Menuda argucia del Gobierno y sus asesores para justificar que cuatro días después de la tragedia, el ejército no ha intervenido aún con la eficacia necesaria en las ciudades afectadas, a pesar de ser claramente una situación de emergencia nacional.
Me produce vergüenza esa forma repugnante y miserable de esconder las responsabilidades en la no adopción por parte del Estado (leáse Gobierno) de medidas y suministro de medios tras la tragedia. Y que la justificación que utiliza sea la de que «se lo tiene que pedir oficialmente el Gobierno de la Comunidad», cuando están muriendo cientos de personas en tres comunidades distintas, me parece de un cinismo brutal , repugnante y miserable.
España y su ineficacia gubernamental parecían un país del tercer mundo, incluidos los saqueos a comercios, supermercados y viviendas vacías. ¿Cómo el Gobierno de Sánchez ha sido capaz de negarse a recibir ayuda de Francia y de otros países, incluso sudamericanos? El Gobierno ineficaz e indecente de Sánchez ha jugado sucio instrumentalizado políticamente la Dana y los muertos contra una Comunidad gobernada por el PP, y su sectarismo asqueroso ha permitido que hasta tres y cuatro días después de la tragedia no hayan intervenido el ejército y las demás fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado con los efectivos necesarios.
El Estado español ha sido incapaz de proteger la vida y los bienes de sus ciudadanos. La indignación ciudadana es la que ha obligado finalmente al Gobierno de la nación a doblar el contingente militar, sin que ni siquiera esto sea suficiente.
La terrible tragedia que ha vivido, especialmente Valencia, tiene la suficiente importancia para que desde el primer momento, si o si, Gobierno central (PSOE) y el de la Comunidad (PP) deberían haberse puesto de acuerdo para colaborar intensamente. Y de no haber acuerdo, el Gobierno central tiene la obligación constitucional de actuar unilateralmente con todos los medios a su alcance (que son muchos) ante la magnitud extraordinaria de la tragedia que afecta a la seguridad nacional.
La nefasta explicación del Gobierno y sus adláteres es como si dejamos morir a un hermano porque no nos ha solicitado ayuda… ¡Menudo desastre de gestión de la crisis!; Intereses partidistas, protocolos diversos, descoordinación, burocracia al límite… Parálisis, mediocridad, ineficacia e inacción, desconexión absoluta entre los políticos y los ciudadanos…
Que salga ahora cuatro días después el «guapito de cara» –al que la Dana pilló en la India haciendo el indio con su esposa–, a comparecer en «su» televisión haciéndose el «buenecito» repugna a la mayoría de los ciudadanos que sólo desean que desaparezca de una vez de la escena pública por insensible, incompetente, por corrupto y por felón.
No son de extrañar los pitos y abucheos constantes que le dedicaron los valencianos cuando se presentó allí (menos de dos horas) para hacerse la foto. Capaz de hacer cualquier cosa que le dé votos menos ayudar…
El indecente Sánchez y su extraño partido se permitieron, el día más catastrófico de la Dana, no clausurar totalmente el Congreso y sacar adelante un decreto mediante el cual colocaron a sus enchufados en el Consejo de RTVE con sueldos de 100.000 euros. Eso era para el PSOE, en aquellos momentos, más importante y urgente que la catástrofe, la tragedia, los muertos y el luto necesario.
Resulta inexcusable la responsabilidad del Estado. La competencia estatal prevalece y debe prevalecer siempre cuando se trata de emergencias extraordinarias que afectan además a varias comunidades.
Mi solidaridad absoluta con las familias valencianas víctimas de esta catástrofe. También con los miles de ciudadanos voluntarios que arriman el hombro para ayudar, eso que este Gobierno de mierda no sabe como se come.
Porque ayudar no es poner pegas burocráticas para justificar la inacción mientras el pueblo se muere. Porque todos estamos en el mundo para ayudar a otros, especialmente, cuando es urgente, ¿Y si no, para qué están los otros, esos políticos indecentes que sólo animan la polarización para intentar ganar votos? Está claro que sólo el pueblo salva al pueblo…
¿Para que tenemos esos políticos? ¿Para mentir, para robar, para empozoñarlo todo? Que asco, resulta obsceno, carajo.
Que las lágrimas de los pobres familiares de las víctimas caigan como flechas sobre todos ellos, sobre los políticos irresponsables, incompetentes, corruptos, indecentes y malnacidos…
Que aprendamos todos de esta tragedia para prevenir con soluciones eficaces, que se tomen medidas preventivas para defender a las poblaciones cercanas a los ríos que siempre acaban tomando su cauce natural; que lleguen las ayudas cuanto antes, no como en La Palma; que todos los damnificados puedan reconstruir sus casas con los medios del Estado, que se honre a las víctimas a todos los niveles, que no se politice ni se instrumentalice más la tragedia.
Que no cese la solidaridad, que ayudemos todos a la reconstrucción de las ciudades anegadas y de las vidas de todas las familias rotas y ahítas de dolor, que se lo piensen con sinceridad los políticos, que ayudemos a través de las ONG, que honremos a tantos muertos inocentes y nos solidaricemos siempre con sus familiares y amigos…