No se. Salir a la calle. Dar una vuelta larga. No se. Tal vez, abrazarme a alguien por el campo en lugar de darle los buenos días. No, que me contagia el Coronavirus. Abrazarme a un árbol, a una farola, o buscar una sonrisa en el rostro de cualquiera de los que pasan. Pero nadie sonríe. Ni siquiera la pobre harapienta, ojos grandes y tristes, y tirada en la calle a la que he entregado mi mejor deseo y veinte euros para comer. No se. Ni los libros, ni la tele, ni la radio. Ya me cansa todo, tanta peste. Y llueve… La música me distrae. Tanta noticia de tanto muerto, tanto afectado, tanto coronavirus, tanta pandemia en todas partes, en la tele, en la prensa, en las redes… Tanta política mediocre de políticos miserables. Pienso en los pobres, en los migrantes, en los que nada tienen, ahora más temerosos y enfermos…Y en quienes viven hacinados en 30 metros y también confinados… No se. He entrado en una tienda para comprar el pan y me han gritado, ¡oiga, la mascarilla! Iba sin ella, al contrario que todos. Espanto, no hay mascarilla. Atemorizado, he encontrado una, una mascarilla arrugada, en el bolsillo de mi abrigo. Alivio. ¡Que error y qué horror, ir a comprar el pan sin mascarilla!
Tocar el piano a dos manos, jugar al ajedrez, al billar o al pádel con enmascarados. No pueden o no quieren. No se. Comer. No se puede, de noche, en los preciosos restaurantes. En casa, no, que de continuo engorda. Ya van seis kilos de más. Beber me pone peor. Estoy harto. Y para colmo he dejado de fumar. Pintar, leer, escribir, restaurar… Me cansa. Hacer gimnasia, correr o ver todas las series de televisión, se repiten, me aburre. Uf, me encuentro hastiado de tanta nada y hace mal tiempo; días enteros sin ver el sol. Un año en blanco, un año vacío… Esperando. Las consultas de psicólogos y psiquiatras se encuentran abarrotadas. Ansiedad. Aumentan los suicidios… No se. Sí, lo se. Mi perro me mira y mueve inquieto la cola para que lo saque a la calle. Yo llevo el bozal, porque estoy que muerdo. Él no. Y llueve, no para de llover…
Y de repente, entre los nubarrones, el rayo de luz: un viaje. La respuesta es un viaje. La respuesta no está en el viento, que arrecia, sino en un viaje…Y mientras llega, pensar en ese viaje, en ese maravilloso viaje y poder prepararlo y compartirlo con quien quiero… Ah, el viaje, por fin, la respuesta. Un viaje, largo o corto, pero fantástico en mi mente… A donde reina el sol, la esperanza, los besos, los abrazos, los compromisos y las ilusiones. A donde reina la normalidad…