Pienso en los amigos que se han ido en soledad y antes de tiempo como consecuencia de la pandemia y de la ineptitud de los del Gobierno para defender a la población mayor y salvar sus vidas.
Ahí está el triste Salvador Illa ese, que en lugar de hacer honor a su nombre, es como el mensajero de la muerte, más lacayo de su señor, Sánchez -cumpliendo sus designios-, que hombre con vocación real de servicio a los ciudadanos. ¿Ministro de Sanidad? No, un mentiroso ineficaz sin ética ni principios con destino a Catalunya. Y el de Catalunya, para ministro, en Madrid. Todo tan lejos del dolor y la muerte de los ciudadanos…Pura ambición y codicia.
Pienso en los muertos y en que no merecían esto precisamente en la época de mayor disfrute y tranquilidad de sus vidas. Ay, ay, ay, morir en soledad sin la tierna caricia o el cobijo de quien te ama, de la mano amiga…
Pienso que para qué sufrieron tanto, para qué tanta preocupación, tanta lucha, tanto dolor, tanta decepción. Para qué tanto si al final no hay nada…
Unos anónimos, otros no, pero hoy todos igualados por la muerte y el indefectible olvido dibujado como último recuerdo en sus esquelas impresas en las páginas de algún periódico. Más grande la tristeza por los que se van que la alegría por los que vienen…
Pienso en la muerte, a veces, más que en la vida, cuando me veo acudiendo como nunca a entierros y funerales. Ya no hay año sin visitas al tanatorio. Será la edad, lo que ahora toca… Pero me sobrepongo, por fortuna, gracias a mis sempiternas ganas de vivir; me sobrepongo, ilusionado, cuando siento muy cerca a mi pareja de siempre, a mis magníficas hijas, a mis preciosos nietos, a quienes me quieren en familia…
Mala hora esta para escribir de madrugada sobre los compañeros y amigos fallecidos, sobre todas las personas que se han ido sin compañía alguna, sin el abrazo de la pareja, del hijo, del nieto. Todas esas personas que han muerto en soledad con el nombre de sus seres queridos en los labios… Menuda desdicha. Me desbordan el dolor y la tristeza por los que se han ido y también la desesperanza cuando observo la mediocridad obscena de quienes nos gobiernan…
Feliz, 2021, el 20 ha sido una mierda.