Dos cosas distintas. Una es la basura de enfrentamiento por miedos, celos y envidias entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, que sólo beneficia electoralmente al PSOE y a VOX. Y otra, es conocer si el Hermano de Díaz Ayuso se ha lucrado con el contrato que se adjudicó a dedo a la empresa a la que facturó 55.000 euros «por la gestión», en la compra de mascarillas a China.
Lo primero destroza cualquier expectativa de éxito electoral para Pablo Casado y el PP en los próximos comicios. Lo segundo, si se probara judicialmente irregularidad en la contratación y lucro personal del hermano de Díaz Ayuso mediante esa suculenta comisión de gestión , debiera llevarla a la dimisión inmediata por presuntos delitos de tráfico de influencias y prevaricación. La mujer del César no sólo tiene que serlo, sino también parecerlo. Y no se debe adjudicar a dedo nada desde la Comunidad Autónoma que beneficie a un hermano de la Presidenta. No resulta ético y mucho menos, ejemplar.
En cualquier caso, la irresponsabilidad de Pablo Casado de no cortar en su momento y de forma drástica tal conflicto, aguantarlo durante meses, con una información de origen incierto que debiera haber denunciado en los juzgados, le inhabilita para continuar en la presidencia del PP. Si ha sido incapaz de denunciar una información ilegal que le llega relativa a los ingresos bancarios y datos fiscales íntimos y personales del hermano de la Presidenta, incapaz de cortar y aclarar, desde la prudencia y por lo sano, tal conflicto, ¿cómo puede aspirar un tipo así a gobernar España?
La lucha intestina grave entre los dirigentes del PP, Casado y Egea, con la Presidenta de la Comunidad madrileña, que se mantiene desde hace meses, no tiene nada que ver con los problemas ciudadanos en los que debieran estar enfrascados el partido y todos sus líderes y no en una estúpida guerra fraticida que, definitivamente, arruina cualquier expectativa de relevo al Gobierno Frankenstein actual.
Casado, Egea y la propia Ayuso se lo deben hacer mirar. En mi opinión, ninguno se encuentra a la altura de las circunstancias y muestran todos una mediocridad repugnante y una bajeza ética y moral que les hace indignos de los puestos que ostentan. El espectáculo irresponsable, imprudente e indecente que vienen ofreciendo, resulta infantil y bochornoso, indigno de una oposición seria y responsable.
Menuda decepción para los millones de votantes del PP y menudo negocio electoral han brindado gratuitamente a VOX, al PSOE y su extraño Gobierno.
Pandilla de desalmados, políticos mezquinos, sin nivel ni sentido de Estado. Con tal dedicación a ese conflicto, hasta ahora soterrado y siempre mal disimulado, lo único que han hecho es envilecer la democracia en lugar de ocuparse por los problemas graves de los ciudadanos. Los tribunales tienen la última palabra.

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