Estoy triste, desolado. Pienso en los ucranianos. Impotencia. ¿Cómo es posible en pleno siglo XXI, la existencia de nuevo de un criminal, sátrapa, fascista que pretende extender su imperio por la fuerza? La estupidez humana no tiene fin. Putin se defiende con la guerra de una amenaza inexistente. Otra vez un loco que, en el fondo, actúa desde un miedo irracional y profundo, el zar del siglo XXI, sin ética ni principios, que ha invadido un país libre, que ha llevado la guerra, la destrucción, el dolor, el miedo y la muerte a todo un pueblo como el ucraniano que vivía en democracia y libertad no muy consciente del enorme peligro, de la brutalidad de un poderoso y maligno, bestia invasor. Un oligarca que, desde su cómoda vida palaciega envía a la muerte segura a los pobres soldados rusos. Los ricos, como el endiosado y genocida, Putin, ex-miembro de la KGB, diseñan la guerra desde sus ostentosos despachos y mansiones, los pobres, los pobres soldados rusos, son los que mueren en ellas. También los ucranianos que se defienden…
No hay guerras justas, ni injustas, sólo hay guerras inútiles, inhumanas, malditas.
Volodimir Zelenski, el valiente y dialogante Presidente de Ucrania es un héroe…Ya están tardando en concederle el Nóbel de la Paz.
Guerra inhumana, como todas, propiciada desde el egoísmo más cruel por un animal imperialista, mentiroso, sin sentimientos, sin cultura, sin honor, sin honra, sin escrúpulos… Ha violado flagrantemente todos
los principios del derecho internacional y los derechos humanos.
Mi odio a la guerra y a los genocidas como Putin es racional y visceral.
Qué horror, que pena por el sufrimiento de tantos y qué sensación de impotencia ante tamaña barbarie…