No me gusta lo que estoy viendo. No me gusta la mentira y el odio que se respira en los ámbitos políticos, periodísticos y de las redes sociales. No me gusta el insulto, el descaro, la falsedad, la hipocresía, el rencor, la envidia, la altivez, el narcisismo, la petulancia, la ausencia de respeto que observo cada día en el Parlamento, en los medios y las redes. No me gusta la polarización de la sociedad, el hecho de que se destrocen relaciones familiares y de amigos a causa de la discrepancia política, del sectarismo, de la mentira, de la intolerancia…
No me gusta la inexistencia de espíritu de concordia, la ausencia de ilusiones compartidas, de consenso, de un proyecto común de país, de sociedad libre y resuelta, de progreso…
No me gusta, en pleno siglo XXl, la falta de prudencia, de justicia, de templanza, la desigualdad cada vez más profunda.
No me gusta que la educación no contribuya al desarrollo de personalidades libres, cultas, honestas y con un espíritu crítico capaz de construir en lugar de empozoñar y entorpecer…
No me gustan las trampas, la demagogia, la destrucción de la familia ni la imposición del sálvese quien pueda que reina hoy más que ayer en nuestra sociedad.
Por desgracia, la modernidad, los avances científicos y tecnológicos no están contribuyendo precisamente al progreso social, a la consecución de sociedades más humanas, más saludables, más permisivas, más libres…
No me gustan las anacrónicas etiquetas políticas con las que se intenta destruir al adversario, el separatismo insolidario, la ausencia de ejemplaridad de las instituciones, el desamor, la falta de proyectos de Estado ilusionantes, la inexistencia de diálogo, de pacto, de acuerdo y la presencia constante de discrepancia, de insulto, de odio on line; la degradación de la justicia, de la democracia, de la política y los políticos.
No me gusta la ausencia de educación, la ausencia de valores éticos y democráticos, y, sobre todo, de honradez en todos los estratos de la sociedad. No me gusta la burocracia infinita, la ausencia de atención médica adecuada en el tiempo y en la forma, la ineficacia y la indolencia de tantos funcionarios públicos.
No me gusta que los jóvenes y no tan jóvenes tengan que evadirse y adormecer sus sentidos y su voluntad con todo tipo de drogas para poder soportar la vida triste, sin empleo, sin referentes y dificil que les ha tocado vivir.
No me gusta la degradación democrática y social que estoy viendo y, sobre todo, no me gusta no poder descubrir, por más que lo intento, quien o qué nos puede salvar de todo esto.
Impotente ante tanta lacra, me voy al mar…

Pin It on Pinterest