Hay quien califica de «polémico» e incluso de «indecente» el acuerdo al que ha llegado Rafa Nadal con la Federación de Tenis de Arabia Saudí. Son los de siempre, los de la izquierda sectaria y casposa, envidiosos, que odian el triunfo a todos los niveles de quienes han demostrado públicamente un gran talento y no comulgan con sus ideas.
Rafa Nadal, con su acuerdo, continuará potenciando desde Arabia Saudí la práctica del tenis en todo el mundo y ello supone una extraordinaria y atractiva dedicación profesional con todos los medios económicos necesarios para quien lo ha dado todo en ese bello deporte. El Gobierno de Sánchez jamá pondría a disposición de Nadal los medios necesarios y oportunos para potenciar el tenis mundial desde España.
Nadal ha sentado las bases para crear allí en Arabia saudí un nueva academia de tenis internacional, aparte de las que mantiene en España y Kuwait y dónde podrán entrenar los más grandes profesionales y aficionados disponiendo de los mejores y más avanzados medios.
La decisión de Nadal puede resultar impopular por la pésima reputación de Arabia Saudí respecto a los derechos humanos y la igualdad de género, pero a nadie le cabe la menor duda de que ese país es hoy un lugar de enorme crecimiento y progreso y que está resultando claramente beneficiado por las influencias ideológicas y sociales de Occidente.
Creo que Nadal hace muy bien en asegurar a lo grande su futuro profesional en la enseñanza del tenis, en lo que siempre ha sido su vida, su vocación y su dedicación.
¿Existe algo más importante y valioso en la vida que enseñar? Enseñar en la madurez. ¡Qué gran mérito tiene Rafael Nadal!